Loving Alinka

Salo Grabinsky

“Hola Salito, ¿ como amaneciste ?”

Son las 8 de la mañana y, como relojito, recibo la llamada de mi querida Alinka. Como la matriarca indiscutible de nuestro clan, Alinka necesita pasar lista a todos sus seres queridos y asegurarse que nada nos aqueja, que estamos de buen humor,  llenos de vitalidad, con cosas importantes que hacer y sobre todo sanos.

Si por casualidad tengo flojera y estoy leyendo en cama, inmediatamente su voz demuestra el temor de que algo grave me está pasando: ¿Estás enfermo?, ¡voy a verte , que quieres que te lleve, hay que hablarle al doctor!  No la convence ,en su obsesiva aprensividad ,el hecho de que son puras y simples ganas de quedarme en cama y echa a volar su imaginación . Piensa que estoy  en problemas económicos, no tengo asesorías o seminarios. Cuesta  trabajo asegurarle que todo está bien, pero más o menos lo logro. Nos va a llamar varias veces al día, todos los días.

Ya en  la oficina recibo otro tipo de llamadas , esta vez en mi función de asesor familiar, lo cual he sido ya desde hace décadas  puesto que aún después de muertos mis suegros , sigo ejerciendo.

Recuerdo también los múltiples viajes que hicimos con Abraham, Alinka y mi familia, desde Acapulco hasta España y Portugal, sud América  y a nuestro fascinante Nueva York al que amamos y gozamos mucho. Una anécdota especial es una Navidad en Punta Arenas en Chile, donde hicimos que nos pusieran una mesa especial dentro de una pescadería para comer mariscos locales, ya que todos los restaurantes estaban cerrados y Gina mi esposa y los niños se habían ido de excursión. Ambos estábamos convalecientes y en malas condiciones físicas, ella por sus rodillas y yo por una fractura de muñeca. La pasamos muy bien, es más SIEMPRE LA PASAMOS A GUSTO UNO CON EL OTRO.

 Alinka era dulcemente regañona, sobre todo en cuanto  su obsesión sobre el  sobrepeso. Yo la dejaba hablar y luego la paraba en seco, además  de que ir a comer o cenar a su casa era una delicia con los múltiples platillos que lo hacían a uno caer en pecado, lo cual era una incongruencia. Todo lo hacía  con elegancia, tacto y una dulzura que la hacían irresistible a propios y extraños.

Le encantaba la música, leer, era experta en arte, sobre todo la pintura y escultura, íbamos muy seguido al cine  y buscaba, junto con sus múltiples amigas, ir a cursos de literatura, cine y otros. Era ecléctica en sus gustos.

Su vida fue plena, tanto en las gratificaciones que obtuvo de su esposo Abraham el gran arquitecto al que promovió  decisivamente,  atenuando delicadamente las limitaciones en su trato personal, con su hija Gina a la que adoraba y  con quien se sentía orgullosa de su desarrollo profesional y familiar ( no sin algunas críticas propias  de una mamá-gallina) y con sus otros familiares.

Fue  la madre de  Merl Kuper, su  mamá, quien dependía totalmente de ella, la mejor amiga de su hermano Jacobo y una extraordinaria abuela formativa para sus siete nietos que deben estar muy agradecidos de haber convivido con esta mujer fuera de serie.¡ Qué suerte tuvieron mis hijos de haber crecido con sus abuelos, a falta de mis padres que  casi no conocieron!

Hoy es mi cumpleaños y  de un lugar lejano, pero muy cerca de mi corazón, oigo la dulce voz que llega a mi corazón :

“ Happy birthday, Salito, hasta los ciento veinte años ”

 ¿Loving Alinka?

 ¡Claro, cómo no quererla ! Trataré de obedecer sus instrucciones finales  para bien de su familia y como el mejor recuerdo que nos pudiese dejar: la Armonía y Unión Familiar. 

Puerto Vallarta , Mayo 2009

Compartir

Deja tus comentarios