Mi querida amiga Alinka
Buba Stillman
Cuando supe de la muerte de mi querida amiga Alinka, pensé con tristeza que se había cerrado otro capítulo irreparable en cuanto al calor que cada uno de nuestros afectos importantes nos procura a través de a vida.
Cuando Gina, su tan querida hija me dijo que pensaba hacer un libro homenaje con la colaboración de los que fuimos amigos de Alinka, una ráfaga de calor a través de mi cuerpo ya que, me invadieron mis recuerdos de cuarenta años que pasé con mi querida amiga Alinka y tuve la sensación de recuperarla, aunque solo fuera para volver, desafortunadamente a perderla.
Para poder enumerar las cualidades de Alinka tendría que llenar largas listas con adjetivos en superlativo, por lo que me limitaré a decir que fue una hija, hermana, esposa y madre de gran dedicación y entrega. Siempre que me mencionaba a su familia, lo hacía con amor y orgullo.
Jamás escuché de boca de Alinka una mala opinión sobre nadie ni una sola crítica, lo cual todos sabemos que esta es una cualidad que rara vez se encuentra. La vida la dotó de una gran belleza física , en especial por sus expresivos y hermosos ojos verdes, los cuales desprendían lucecitas e iluminaban todo su rostro. En su vida social ocupó un lugar preponderante, al lado de su esposo, al cumplir con dignidad y destreza con las obligaciones que una activa vida social y de alguna manera pública impone que, debido a su innata suavidad y buen gusto, siempre fue aceptada y querida en todos los medios.
Quisiera terminar este pequeño tributo diciendo que jamás olvidaré las tardes de café al lado de mi querida amiga Alinka y hasta que yo viva, Alinka vivirá dentro de mí.