La señora Alinka

La señora Alinka fue para nosotros una extraordinaria persona y mujer, muy amiga de mi madre de toda la vida. Sentíamos por ella una cercanía extrema. Nos dejo un gran legado de amistad, aprecio, estimación y cariño. Nunca le pude decir lo mucho que la apreciaba y la quería como persona, como ser humano.

Desgraciadamente, para una gran cantidad de seres humanos lo único que importa es la relación con lo material. Yo creo que estamos muy equivocados, lo que importa no es eso sino otro tipo de fundamento que vienen de la familia, no importa el origen, la religión, la raíz, simplemente somos seres humanos que debemos de tener una mejor comprensión y entendimiento entre nosotros, y este inmenso cariño lo sentíamos por la señora. Alinka Kuper de Zabludovsky

Le vivimos eternamente agradecidos a ella y a toda su familia. También tuve una excelente relación con el arquitecto con el que empecé a trabajar en la avenida México desde que yo era un jovencito de diecisiete años. A base de esfuerzo y de la oportunidad que nos dio para trabajar con él a mí y a mi hermano, nosotros pudimos ayudar a nuestros padres en una época en la que pasábamos por una etapa muy difícil en lo económico.

Años después la señora Alinka me habló preguntándome si le podía hacer unos trabajos de reparación en su casa en las Lomas. Yo acudí a su llamado con mucho agradecimiento, por lo que siempre hizo por nosotros. Atendí sus solicitudes de los problemas que tenía en su casa y parece ser que la mayoría los resolví de alguna manera. Alguna ocasión le pregunté si estaba contenta con lo que se estaba yo haciendo. Y me contestó: no, no estoy contenta, ¡estoy fascinada! Me preguntó cuánto me debía y yo le respondí: “Sólo lo de los trabajadores, a usted nosotros le vivimos eternamente agradecidos”. Pero ella dijo “No, me tienes que cobrar algo” y saco una cantidad inmerecida y me la entrego

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