Mi prima Alinka
Ana Portnoy
Mis recuerdos más remotos sobre Alinka son de mi infancia. A pesar de la diferencia de edad, pues soy sólo un año más grande que su hija Gina, la relación que mantuve con ella fue cercana y cariñosa, sin que los años que nos separaban implicaran una distancia en el trato.
Gracias a la cercanía y a la convivencia que tuvimos con sus papás, Velvl y Merl -hermana de mi papá-, coincidimos en muchas ocasiones con ella, con Abraham y sus hijos ya fuera en casa de mi tía, en la galería Mer-Kup o en la hermosa casa de los Zabludovsky en Alencastre en la que el bosque de Chapultepec era la prolongación natural del jardín.
Platicar con Alinka siempre fue un placer. Su gentileza y don de gentes, su sencillez, su sensibilidad y el interés que tuvo en tantas cosas eran como un imán que nos atraía a su alrededor. Tuvo una palabra amable para todos y una sonrisa que iluminaba la plática.
Recuerdo la época en que mis papás y mis tíos se propusieron reunir cada par de meses a toda la familia Portnoy y la ocasión en que, en 1982 y en la casa en Palacio de Versalles, Alinka preparó una deliciosa boullabesa. Ahora cada vez que la preparo –aunque no me queda tan buena como recuerdo la que ella sirvió-, la tengo presente.
Gracias a Alinka mis papás se casaron, solíamos bromear con mis papás. Al parecer, después de cinco años de novios, Leizer no se animaba a pedir a Bertha mientras que Abraham ya pretendía a Alinka. Según me contaba mi papá, cada vez que mi prima mencionaba la palabra boda, mi tía Merl le contestaba que primero se tenía que casar mi papá que en esos años vivía en su casa. Como no había formalización en puerta Alinka organizó una cena para la familia y a la hora de los postres anunció que mis papás se acababan de comprometer. Un año después de la boda Abraham y Alinka se casaron.
Ya enfermo de Alzheimer, mi papá me confundía frecuentemente con ella, lo que de alguna manera me parecía un halago, pues, además que era guapísima, él siempre la quiso muchísimo. Mi consuelo era que por lo menos me confundía con una alguien tan cercano a su corazón. Una de las últimas veces que lo vi me dijo: “Alinka, gracias a ti me casé con Bertha ¿te acuerdas que me acompañaste a pedirla? Tuviste buena mano”.