Querida Ali
Rosa Presburger
Han pasado muchos años desde la última vez que te escribí una carta. Y desde que recibí alguna de ti, sin embargo en algún rincón de mis recuerdos debo conservar algunas de las muchas que durante varios años cursamos entre las dos, cuando éramos aún muy jóvenes, por ocasionales viajes que sobre todo yo realizaba entonces y me mantenían algunos meses fuera del país.
En ésta ocasión quiero escribirte algunas palabras en honor y recuerdo a los años que nos conocimos, palabras que lamentablemente ya no podrás leer, pero que evocando ahora tu memoria no quiero guardarlas solo para mi, como me ha ocurrido desde tu lamentable partida, y lo quiero hacer sobre todo en recuerdo de nuestra bella amistad y para dejar plasmados algunos de los pensamientos de cariño con los que siempre te recuerdo.
Hacerlo, representa hacer un viaje al pasado al inició de nuestra amistad y a revivir algunos de los pasajes que vienen a mi mente de instantes u horas en los cuales llegamos a compartir muchos de los mejores momentos de nuestra adolescencia y juventud. Se me agolpan los recuerdos de aquellos años y de los muchos posteriores en los cuales seguimos haciendo crecer la que se convirtió en una verdadera amistad con el paso de los años, todos ellos constituyen para mi un auténtico tesoro.
Siempre he creído que la amistad se va cultivando como un jardín muy querido, que se siembra con flores que se abonan con los pequeños grandes detalles de cariño , lealtad y muchas veces con una gran dosis de ternura, que se riega con aguas vivas donde no existen el egoísmo ni el celo.
Teníamos 13 años, yo estaba recién llegada de la ciudad de Monterrey, no conocía a casi nadie, y tu si mal no recuerdo habrías llegado de Puebla solo algunos años antes que yo, pero hubo un movimiento del cual llegamos a formar parte ambas, la extraordinaria organización juvenil que se llamó Bnei Zion a la cual llegamos por diferentes conductos, pero muy pronto nos integramos a la misma y aún cuando ya traíamos una previa formación sionista, yo por haber pertenecido al Hashomer Hatzair desde los 7 años de edad y tu por venir también de familia con antecedentes sionistas similares, juntas compartimos en ella, algunas de nuestras primeras inquietudes ya más formales, por el trabajo sionista y gracias a la cual también nos iniciamos en la vida social, pues además de reuniones periódicas de auto educación en conjunto con nuestros compañeros, atendíamos seminarios impartidos por dirigentes comunitarios o visitantes que nos orientaban y educaban principalmente en los valores y el trabajo sionista, Institución que se acabó constituyendo en una casi fraternidad alrededor de la cual transcurrían muchos de nuestros días y actividades juveniles.
Juntas estábamos escuchando todos reunidos, por la radio, la votación que se estaba llevando a cabo en la sede de la recién formada ONU- Naciones Unidas- y con profunda emoción a pesar de nuestra corta edad nos emocionamos cuando, se declaró el Estado de Israel, y después de abrazarnos todos, instintivamente salimos a bailar, cantar y a danzar por las calles aledañas ”horas”, con una profunda conciencia de que estábamos viviendo un memorable acontecimiento, y estábamos siendo testigos de un histórico suceso que habría de cambiar nuestras vidas en muchas formas.
Siguieron años maravillosos en los cuales , nos agrupábamos en torno de una serie de actividades sionistas, pero también culturales, sociales , políticas, realizábamos excursiones por los alrededores de la ciudad, los Dinamos de Contreras, el Nevado de Toluca, los Volcanes, la Marquesa, el Desierto de los Leones, Xochimilco, nuestros largos paseos por el Bosque de Chapultepec, el cual se convirtió en visita obligada después de las bodas a las que asistíamos cuando algunos compañeros o amigos mayores empezaron a contraer matrimonio y las cuales se prolongaban hasta la madrugada, pues nos quedábamos a ver el amanecer….
También íbamos a bailar , siempre en grupo u organizábamos “thes danzantes” con música viva de orquestas populares entonces, en salones como el Bugambilia. Todo ello desde luego dió lugar a que se despertaran inquietudes de otra índole… empezaron los romances, las aventuras con sus consecuentes alegrías y tristezas, amores y desamores… nos reíamos o llorábamos juntas, confidencias sobre los sentimientos… donde se inició otra etapa de nuestra relación, basada en la confianza y seguridad de que lo que nos confiábamos nunca saldría de nosotras.
El tiempo pasó y con el mismo, iniciamos también otra clase de actividades, la afinidad de ideas y de criterios se fue cada vez más estableciendo , y ahora empezamos a agruparnos en torno de tertulias, veladas más culturales para escuchar música clásica que tenían lugar curiosamente principalmente en mi casa o la tuya, y de las cuales en forma muy especial recuerdo a tu madre, que casi siempre estaba presente en ellas cuando eran en tu casa, pues vigilaba muy de cerca y en forma muy particular, el entorno y las personas ente las cuales te movías. Los conciertos acabaron por convertirse en una de nuestras actividades preferidas, y asistíamos en forma periódica a las salas como el Metropolitan o Bellas Artes en donde estos se llevaban a cabo regularmente. Poco a poco fueron incorporándose nuevos amigos, con nuevas edades, nuevas actividades y nuevos romances… y las confidencias pertinentes también fueron evolucionando con la certeza absoluta que solo puede dar la amistad ya franca y profunda que se había establecido entre nosotras!! Nuestras mutuas inquietudes nos hicieron organizar también otro tipo de Instituciones, y así pasamos a formar la primera Asociación juvenil de Amigos de la Universidad Hebrea de Jerusalén en México Allí se llegaron a reunir muchos de los futuros destacados profesionistas en Medicina, Arquitectura, Ingeniería etc. de nuestra Comunidad. Muchos de ellos al terminar aquí sus estudios se fueron del país para realizar Maestrías o Doctorados, algunos volvieron, y la amistad continuó con la mayoría de ellos hasta el día de hoy, lamentablemente muchos, con el correr del tiempo, nos fueron también dejando por razones naturales…
Pasaron otra vez muchos , muchos años y, nuevamente tu y yo formamos un equipo de trabajo para conmemorar los 3 mil años de la Fundación de Jerusalén, y justo lanzamos ese proyecto en un evento que tuvo lugar en los jardines de tu casa.
Volviendo un poco en el tiempo ambas fuimos dejando atrás esos tiernos y maravillosos años, pero nuestra amistad solo se fortaleció con el transcurrir de los mismos
Ambas nos casamos, tuvimos hijos casi de las mismas edades, tu camino y el mío por razones naturales parecía en momentos que tomarían derroteros diferentes que habrían de separarnos, pero aunque efectivamente tu vida y la mía tomaron caminos muy separados, nada de ello ocasionó ningún distanciamiento entre nosotras. Demostramos que no se necesita muchas veces ver frecuentemente al amigo, para que la amistad perdure. Basta saber como fue nuestro caso, que ésta responderá cuando sea necesario, a través de simples actos aparentes, pero llenos de afecto, y de comprensión para que la misma se imponga.
La verdadera amistad como lo fue la nuestra se fortalece a través del tiempo y a veces incluso de la distancia, pues aún cuando ambas seguimos viviendo en la misma ciudad pasaban en ocasiones meses o semanas antes de poder encontrar la ocasión para reunirnos con la frecuencia que hubiéramos querido.
Creo que desde luego cuando más oportunidad tuvimos de frecuentarnos, fue la época de la niñez de nuestros hijos cuando festejabamos sus cumpleaños lo que nos daba la ocasión para festejar juntas a los mismos. Yo no recuerdo ninguna fiesta de mis niños, en la que no estuvieras tu con los tuyos, mientras todos fueron pequeños. Después las circunstancias cambiaron como es natural, pero tu y yo siempre buscábamos la ocasión para no dejar de vernos., ya fuera en lo social o tratando de coincidir en actividades que a ambas nos interesaban, como lo fueron conciertos, conferencias etc., y algún trabajo comunitario ocasionalmente lo hacíamos para comer.
En un mundo muchas veces rodeado de indiferencia y envidia, logramos juntas edificar por lo contrario uno muy nuestro, formado por un oasis de cariño en el que siempre pudimos ser nosotras mismas y descansar en la mutua confianza y comprensión.
Vinieron para mi años especialmente difíciles, en los cuales nuevamente tuve oportunidad de comprobar tu maravilloso carácter, solidaridad humana y profunda amistad. En algunos momentos de nuestras vidas , la misma parece llevarnos por empinadas cuestas, y en los cuales sentimos que tener un amigo en que apoyarse, cambia nuestra perspectiva de lo que enfrentamos, haciéndonos ver que hay ciertos trayectos de la vida que hubieran sido muy difíciles transitarlos solos. Atravesé por momentos en los que tu mano siempre tendida para ayudar llegó en forma salvadora justo a tiempo, y en los que tus palabras de aliento sirvieron para ayudarme a no decaer. Hoy, mirando hacia atrás, me emociono nuevamente ante esas experiencias, casi podría llorar con nostalgia y admiración a la extraordinaria amiga que fuiste. Además de tu absoluto apoyo moral, también me ofreciste en una ocasión muy particular, un apoyo complementario en un momento de mi vida, como fue ofrecerme tu casa, con las llaves de la misma para sentirme libre de hacer uso de ella, por ejemplo de tu alberca , cuando me fuera más conveniente, para hacer ejercicios que pudieran ayudarme en la larga recuperación que me esperaba después de una penosa complicación física post-operatoria .. No se cuánta gente podrá decir esto de otra persona, ojala que muchas, pero lo que en realidad siento es que no existen demasiadas personas como tú en este planeta y agradezco a la vida que te haya puesto en mi camino y haya yo podido gozar y disfrutar de tu persona y tu amistad.
No puedo dejar de recordar que alguna vez te pregunté si no lamentabas no haberte podido realizar como persona a través de tu profesión, de haber podido desarrollar todo tu potencial individual, y nunca pude tampoco olvidar como tu entrega era total hacia la gente que tu querías como era el caso de tu relación con Abraham, al que te dedicaste con todo amor con todo tu ser, hiciste sus triunfos y conquistas tuyas, y disfrutabas enormemente estar a su lado en todo momento y me lo decías con una profunda paz , misma que siempre trasmitías, y aceptación sin ningún arrepentimiento ni sentimiento de frustración. Tu marido y tus hijos siempre estuvieron en primer plano en tu vida, y su felicidad era la tuya. Nuevamente esa maravillosa capacidad tuya de dar amor con absoluta plenitud y sin un dejo de resentimiento ni amargura, se hacía presente tu fortaleza y dedicación siempre admirables. Lo constaté en muchos episodios de tu vida de los que fui testigo. Tu casi devoción y entrega hacia tu madre, en la Galería de Arte, cuando ella ya muy enferma se apoyaba totalmente en ti, y nunca la abandonaste y siempre estabas allí para apoyarla en forma absoluta y con tu eterna sonrisa, y brillo inolvidable de tus hermosos ojos que todos admirábamos, tus galanes y yo …
Y los años de enfermedad de Abraham, época en la que yo los visitaba con bastante frecuencia y nunca dejé de admirar una vez más tu total entrega para aligerar su sufrimiento…
Tu vida estuvo dedicada a sembrar, cultivar y dejar que a tu alrededor florecieran miles de momentos mágicos…
La amistad no se conquista, no se impone…por eso como ahora, el recuerdo de una amiga como ella de la casi niñez como fue nuestro caso hasta la casi vejez, solo puede producir la íntima alegría de haberla conocido. Mi vida se enriqueció a través de ese lazo invisible pero maravilloso que nos unió como amigas, y su recuerdo siempre será para mi un extraordinario regalo que la vida me dio.
Octubre de 2009.