En el nombre de Alinka hay… Alinka.

Vele Zabludovsky

Original, diferente, elegante y exótico es su nombre: Alinka. “What’ s in a name?” En el nombre de Alinka hay… Alinka.

Alinka es única, es la que pone un sweater de hace años (ella decía que es de su mamá) y le hecha una mascada con un prendedor de una manera que parece que acaba de salir de una boutique.

Alinka te invita a cenar, a comer, o inclusive a desayunar y no te acuerdas nunca qué sirvió de comer, porqué te acuerdas cómo puso la mesa, te acuerdas de las flores, de las velas y de la vajilla que iba de acuerdo, marcando la ocasión.

Alinka, chula – te extraño! Extraño tus llamadas de cada mañana y cada mañana me quejaba y te platicaba de lo que me duele… extraño tu ayuda para cómo colgar un cuadro; extraño que vayas conmigo a escoger la tela para la cortina o la colcha de mi cama; extraño que me preguntes cómo va la NAYE con las inscripciones y cuántos alumnos nuevos hay? Extraño
para que me acompañes a una cita con un doctor; extraño tu amistad, tu sensibilidad y tu entrega. Extraño a mi amiga.

Alinka, nunca pensé que me iba a tocar escribir algo sobre ti – cómo que no es natural, ya que debería ser al revés.

Cuándo ya estabas tan mal (nunca pensé que era el final) te hablé un día a Houston (fue en los primeros días que estabas ahí y que todavía podías hablar) y te dije aquel día – “que pinche es esta vida, Alinka” y me contestaste y nunca se me va a olvidar, porqué no eres de decir groserías, ” y que pinche es también la muerte”.

Esta cruel e injusta muerte te llevó antes de que podía vivir en tu nueva y maravillosa casa.
Agarraste lo que fue el taller de Abraham y durante dos años le metiste toda tu energía, tu excelente gusto y te salió una obra digna cómo para la mejor revista de arquitectura. Tu esposo, Alinka el genial arquitecto Abraham hubiera estado tan orgulloso de ti. Y tu no llegaste a gozar de tu obra de arte más que unos cuántos meses, ni siquiera un año.

Hoy, no solamente lloramos la muerte de Alinka, hoy cantamos su vida: vivió una vida bonita, logró mucho, tuvo muchas satisfacciones, muchos amigos que la querían y admiraban. Pero más que todo esto, tuvo unos hijos y nietos, su orgullo y con toda la razón, que se destacan, que son conocidos a nivel comunitario, así como en su país, México.

Nadie vive para siempre. Todos vamos a tener que llegar un día ahí, a rendir cuentas.
y cuándo nos pregunten que dejaste aquí, ojalá que podamos contestar como Alinka, dejé a estos hijos y nietos para continuar la vida.

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