Dic 17 2008

Alinka

 Luis Geller

El 5 de noviembre de 2008, hubo tres noticias importantes. El planeta despertó con la certeza de que la Era Bush había terminado y la Casa Blanca iba a ser ocupada por el primer presidente negro de su historia. México se informaba de la muerte accidental —hasta en tanto se pruebe lo contrario, es decir, nunca— del joven Secretario de Gobernación. Y la Comunidad judía de nuestro país, por las esquelas publicadas en los diarios, se enteraba del sensible fallecimiento en un hospital de Houston, de Alinka Zabludovsky. Mi amiga Alinka…

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Nov 5 2008

La muerte congeló mi risa

Ángeles Ascencio de Estavillo

Había tenido unos días tristes. Los pensamientos en torno a las preocupaciones, cansancios, fracasos, frustraciones y derrotas aparecían como aterradores fantasmas que me robaban la paz. Las lágrimas encontraban cualquier pretexto para salir corriendo de unos ojos inundados de llanto contenido.

Mi espacio mágico fue interrumpido por una noticia que conmocionó al país: un avión se había desplomado en plena ciudad con el consecuente espanto, dolor y muerte. La tragedia cambió completamente de canal mi imaginación que ahora creaba escenas de pánico y sufrimiento en las víctimas y sus familiares. ¡Qué horror! Dios mío cuánta gente dañada física y/o emocionalmente.

La vida cambia en un segundo. La vida se acaba. La vida es una aventura con capítulos inesperados, hojas manchadas con sangre, páginas en blanco, párrafos maravillosos, textos incompletos y misterios sin resolver.

Me atiborré de pensamientos existenciales y me angustié. Pensé en mi propia historia, lo que tengo pendiente, lo que hay de irresoluble, lo que falta por vivir. Pensé también en mi propia muerte, cuándo y cómo será. Sentí una vez más esa sensación que va y viene constantemente de que no hay que perder el tiempo.

La computadora entró en stand by uniéndose a la pausa necesaria para asimilar los acontecimientos. Fui cerrando uno a uno los textos que había abierto hasta llegar al último:

Mi correo electrónico, donde me llamó la atención el de Beatriz Graf titulado “Una triste noticia”.

Creí que se refería al accidente aéreo. ¡Por Dios que tontería! No tenía lógica alguna, pero eso pensé. Lo abrí en busca de un escrito especial. Viniendo de ella tenía que ser así. Empecé a leer la primera frase.

“Nuestra querida amiga Alinka se fue al cielo”. No pude seguir leyendo de inmediato porque las apenas si exiliadas lágrimas nublaron mi vista. ¡Qué impacto! ¡Que tristeza! ¡Qué feo!

Seguí leyendo con dificultad con un discreto pero fluido llanto que me acompaña en cada palabra que la evoca. En verdad me dolió.

No puedo decir que era una amiga cercana. Ojalá lo hubiera sido, pero la vida nos cruzó en el camino tarde y en circunstancias y edades disímbolas. ¡Cuánto lo siento!

Linda persona. Toda una dama fina y exquisita. Educada hasta el tuétano. Maravillosa anfitriona. Elegante. Con una historia conmovedora, rica, plena. También difícil, complicada y entintada de dolor y sufrimiento celosamente guardado en su corazón de mujer e inútilmente ocultado en su rostro femenino.

Alinka,  dedico en tu honor y tu memoria este texto.
Gracias por lo mucho que nos diste en tu casa, en tus textos, en tus comentarios, en tu empatía, en tus abrazos.

Supiste tocar mi corazón y despertar mi admiración y afecto en muy pocos encuentros.

Cómo lamento no haber podido despedirme de ti, haber ignorado tu mal estado de salud. Lo hago ahora. Adiós Alinka, descansa en paz. Te voy a recordar siempre con
respeto y cariño.
Me reconfortan las siempre bien escritas palabras de Beatriz que saben llegar al alma: “Me cuentan que sonreía”. Ya estás con Abraham. Tal vez por eso era tu gesto.

Te imaginé. Te pude ver tranquila. Supe que habías muerto en paz.

“Tengo tristeza”, dice Beatriz al cerrar su mail.

Yo también.

 

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